Saturday, March 25, 2006

Ensayo

8.35 de la mañana. A pesar de ser día sábado, me encuentro en el colegio realizando un ensayo de “la sigla innombrable”. Como el primero es el de Lenguaje, empiezo rápidamente a contestar las 80 preguntas. Comencé por las de contenido, porque siempre se me olvidan las “funciones del lenguaje”, y como está vez las había estudiado especialmente, no quise omitir una vez más aquella esperada pregunta. Si, ahí estaba cuando di vuelta la hoja: la número quince, la última de “contenido”. Leí el enunciado, pero en ese momento me distraje mirando algo que caminaba por mi bolso negro. Era un bicho blanco, muy extraño, parecía un gusano, pero tenía muchas patas y antenas que se movían sincronizadamente. Volví a mirar la pregunta quince del ensayo, pero la función apelativa ya había abandonado mi mente.

En ese momento, un nombre se me vino a la cabeza: Gregorio Samsa. ¡Ay no! ¿¡Que hace el protagonista de “La Metamorfosis” sobre mi bolso!? Mueve sus patas lentamente y se acerca a mi mesa. “Primero las preguntas de comprensión lectora”, me recuerda. Omito la quince y salto a la 31. Por suerte me acordó.

Entonces, como modo de agradecimiento, tiro a Gregorio lejos con la parte posterior de mi lápiz. Uno nunca termina de conocer a la gente, menos aun a los insectos extraños. Gregorio quería ser libre y yo lo ayudé, sacándolo de mi bolso. A cambio él me había entregado la clave para desarrollar un buen ensayo. Clave que por cierto yo conocía, pero había olvidado.

11.15 de la mañana. Segundo ensayo, matemática. Primera pregunta, respondo insegura. Segunda pregunta, más insegura aun. Tercera, logro marcar bien la alternativa. Cuarta, quinta, sexta… ¿Qué significan todos estos signos? ¿Cómo puedo saber cuantas pruebas corrigen Javier y Jaime en 5 horas? ¿Cómo se yo en que porcentaje aumenta el volumen de una caja si a su largo y a su ancho le sumo un centímetro? Y en todo caso… ¿A quien le importa? ¿A quién le importa que un alumno tenga una probabilidad de 1 versus 9.765.625 de tener la nota máxima en su examen si responde al azar?

Miro mi hoja de respuestas incómoda. Gregorio no me puede dar un consejo ahora, porque él solo ayuda en las pruebas de letras, y estos signos ni siquiera se parecen a los que salen en los cuentos y revistas. Mirar las letras es un alivio, pero esta sopa de números es una pesadilla. Entonces decido hacer lo mismo que el alumno de la pregunta 61, y contra esa probabilidad del 0.0000000001%, comienzo a rellenar los círculos al azar con mi lápiz grafito numero dos, marcando estratégicamente la menor cantidad de preguntas, pero haciendo que mi hoja parezca llena. Una estupidez de mi parte, pero ¿Por qué no jugar un rato? Y pinté parejas de puntos a lo ancho y largo de toda mi hoja, tratando de que quedara un “diseño” que pasara inadvertido ante los ojos de la coordinadora que recibía los ensayos.

Pero todavía quedaban más de 45 minutos de prueba, por lo que no podía entregar tan rápido la hoja punteada., o sospecharían de mi travesura. Miré mi bolso un par de veces, haber si por ahí aparecía Gregorio y me distraía un poco, pero nada. Mientras tanto, los números se reían de mí, porque yo no podía resolver los ejercicios, y comencé a ponerme nerviosa… “cuando revisen los ensayos se van a dar cuenta de que respondí puras tonteras…”. Las ecuaciones se burlaban, los gráficos me sacaban la lengua y los triángulos no se aguantaban las carcajadas… ¿Cómo puedo hacer que se callen? Entonces tomé mi lápiz fuertemente, y decidí que solo las letras son más fuertes que los números. Y escribí sobre esos feos ejercicios: “8.35 de la mañana. A pesar de ser día sábado, me encuentro en el colegio realizando un ensayo de “la sigla innombrable”…

Friday, March 10, 2006

Efecto 4to medio

Si bien para nadie es un agrado volver a clases - menos para mi que me queda sólo un año de letargo escolar - escribir de ello parece ser sumamente entretenido (en realidad dudo de ello) y es por eso que en este breve post me dedicaré a hablar de algo que una de nuestras integrantes llamó Efecto 4to Medio.

El efecto cuarto medio consiste en levantarte un día de marzo bastante temprano, caminar/viajar/correr/deslizarte hasta tu recinto educacional y de un momento a otro dudar completamente de lo que quieres estudiar, hacer o incluso pensar. A pesar de ser humanista (ejemplo simplemente) de un momento a otro te das cuenta que lo tuyo es la medicina o siendo matemático te pasas a las artes porque finalmente es casi la misma materia.
Después esta la presión PSU, porque desde que cruzas esa malvada reja que te aleja de las vacaciones cada uno de los profesores (incluso los de materias inútiles como religión y educación física) se encargan de recordarte que POR NINGÚN MOTIVO DEBES ESTRESARTE FRENTE A ESE CONJUNTO DE PREGUNTAS QUE INEVITABLEMENTE MARCARAN TU VIDA DE AQUÍ EN ADELANTE, exactamente con esas palabras. Esperando que alguna idiota se crea el cuento, se tome un ansiolítico imaginario y deje ese nudo en el estómago que por lo menos la mitad de mi generación tiene desde el 6 de Marzo.
Posterior a esto viene la precaución de los preuniversitarios con frases como: “Niñas! No se metan a ningún tipo de reforzamiento externo al colegio porque justo este año las ultra prepararemos para todo” o “4to medio ya tiene el suficiente stress como para que ustedes se agreguen más”. En todo caso las dos frases son bastante ciertas, pero cuando padre y madre ya te matricularon en un lugar de preparación para aquella prueba, el dolor de tripas es el triple. Piensas: “PSU en el colegio, preu, clases extras y preparación para la confirmación (no es mi caso), leer millones de libros, comer y dormir”. Inevitablemente te preguntas en que minuto te recreas o sales a alguna parte, porque además la agenda de espectáculos en Chile casualmente se copa de conciertos/exposiciones/foros que te encantan. Obviamente no puedes ir ni a uno y eso te colapsa el triple. Es así que llegas a tu casa, con ganas de simplemente tirarte a dormir y recuerdas una vez más que no sabes que estudiar y vuelve el mareo. De esta manera comienza el efecto 4to medio nuevamente y la insistente duda que no cesará hasta ese día marcado ya en más de uno de tus calendarios.